Como nace el jardín de flores comestibles

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Te voy a contar cómo fue el cambio de nuestro bonito jardín de césped y rosas, a un huerto mucho más sostenible y que contribuye a la economía familiar en lugar de ser un lastre.
Primero decir que estamos en Canarias. Esto es indispensable porque así podrás entender muchas de la cosas que contamos.
En nuestra tierra el agua tiene dueños y se paga a un precio desorbitado, por tanto tener un jardín con césped es un lujo insolidario o incluso una frivolidad. Después de ver durante años como el dinero que invertimos en riego solo servía para mantener un césped  y algunas plantas ornamentales, una tarde decidimos arrancarlo todo y empezar de cero. 
Tengo la suerte de contar con una pequeñísima familia, pero que se pone las pilas ante cualquier proyecto que planteo. 
Así en en una tarde de verano decidimos que una parte de nuestro precioso jardín, justo la del césped, se transformaría, en un huerto de unos 150 m2.  Y nos pusimos manos a la obra.
Pudiera parecer algo impulsivo e irresponsable, pero no fue así. Un año antes ya habíamos sido contagiados por el ímpetu y los conocimientos de Rosi y Paco y probado con un pequeño huerto en otra parte del jardín, además de leer todo lo que caía en nuestras manos. Por lo tanto ya sabíamos la dedicación que requería y teníamos los conocimientos básicos para montar nuestro huerto familiar sin productos químicos.
Primer intento de mini huerto
No fue de la noche a la mañana, pero casi, primero probamos en un trozo más pequeño montando un pequeño huerto, para aprender, ver cuánta agua consume, cuantas horas nos llevaba y si realmente podíamos con todo, con el trabajo, la casa, la familia y si además era compatible con los perros.
Después de un año con un pequeño huerto con apenas unos calabacines, lechugas, dos matas de berenjenas y algunas aromáticas nos lanzamos con lo más gordo.
Confieso que puedo ser muy pesadita, así que durante semanas de insistencia logré que toda la familia  se pusiera manos a la obra para quitar de raíz un frondoso y añoso césped. La verdad es que no pensamos  que nos fuese a costar tanto. Empecé con una "deslumbrante" idea, que fue cubrir todo el césped con plástico negro, pensando que así se pudría y desaparecería. Y lo que logré fue que se pusiera amarillo, pero  de ahí a pudrirse,  descomponerse y desaparecer faltaban algunos meses.
Pasamos a la estrategia de  intentar arrancar con un zacho,  azadas, rastrillos, pero era imposible,  así que echamos imaginación al asunto y con una motosierra nos lanzamos a hacer cuadrados en el suelo y levantarlos como si fuesen pequeñas alfombras. Eso además de estropear 2 o 3  cadenas de la motosierra nos permitió poder quitar todo el césped en un fin de semana, en un jardín de 10 X 10 metros arrancandolo con toda la raíz. Esto no significa que nunca mas volviera a salir césped, que va, en absoluto, sigue apareciendo y esa es una de nuestras grandes batallas. ¡Claro, porque no queremos utilizar herbicidas, sino tener un huerto libre de productos químicos!

Luego tocó amontonar y dejar secar toda esa cantidad de césped, para no llevarnos parte de  la tierra y tanto peso en hierbas, además de utilizarlo hacer compost con él.
Un par de semanas más tarde, después de dejar que todos los pájaros de la zona viniesen privados a coger cojer todo tipo de bichos y escarbar a sus anchas la tierra que había estado tantos años a oscuras debajo del césped, nos tocó picar la tierra,  recoger algunas muestras y llevarlas a analizar al Cabildo de Gran Canaria, para saber que tal estaba en su composición química y saber que sobraba y faltaba, luego añadir estiércol,  diseñar y montar los bancales en medidas que nos fuese sencillo plantar y recoger,  paja entre ellos para evitar que creciese de nuevo el césped y otras hierbas, antes de empezar a plantar.
Entre unas cosas y otras se nos pasó las vacaciones de verano.
¡Pero ha valido la pena! Ahora tenemos un huerto/jardín al que admirar sin remordimientos de consumos de agua irresponsable en nuestras islas.
Nos produce poco, eso si, pero es que compartimos mucho con los visitantes, mirlos, lagartos, caracoles...y demás animalitos que lo visitan y de vez en cuando nos dejan algo para nosotros.
Ahora tenemos verduras  que combinamos con preciosas flores  que ,curiosamente no se las come ningún visitante.
De ese modo cuando no tenemos verduras, al menos tenemos bonitos colores de flores comestibles
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